martes, 21 de junio de 2016

FORMA TU PROPIA BODEGA....



La bodega es el lugar donde se guarda y almacena el vino. En las ciudades modernas disponemos cada vez de menor espacio en las viviendas por lo que es preciso reservar el reducido lugar que dediquemos a esta función a los vinos de crianza o a los de más calidad.
Las botellas de consumo habitual pueden ubicarse en un lugar fresco de nuestra casa e incluso en el propio frigorífico. Un habitáculo resguardado de la luz es suficiente para ello.
Los vinos de calidad ocuparán la mayor parte del espacio que tengamos. Para ello la estancia elegida tendrá una temperatura fresca -no fría- con escasas oscilaciones anuales. En caso de que no haya un lugar que cumpla con unas mínimas condiciones la alternativa es comprar una vinoteca.
En este artículo trataremos de aspectos tan importantes cómo las referencias con que debe contar nuestra bodega particular, qué tipos de vinos debemos comprar y cuándo recomendamos consumirlos.








Será más económico comprar un vino cuando sale a la venta ya que si lo adquirimos años después será más caro. Asimismo deberíamos asegurarnos sobre la conservación que ha tenido durante su estancia en la tienda. Moraleja: Hay que saber dónde se compra.
Hay que recordar que el vino es un producto perecedero y qué sólo debe permanecer en nuestra bodega el tiempo necesario para alcanzar el momento óptimo de consumo. Hay muchas bodegas llenas de botellas con vinos deteriorados al no haber tenido esto en cuenta.
En toda bodega sería necesario contar con los siguientes tipos de vinos: blancos jóvenes y con crianza, espumosos, rosados, tintos jóvenes y de guarda, generosos secos y vinos dulces. Y es obligatorio que haya vinos nacionales e internacionales.







Las recomendaciones de tiempo de guarda que citamos a continuación son meramente orientativas, pudiendo haber grandes diferencia dentro de un mismo tipo de vino. Únicamente se trata de consejos de carácter general, es una simple guía con muchas excepciones.
Los blancos y tintos jóvenes, los rosados y los claretes deben ser consumidos cuanto antes. Como hemos dicho no serán los protagonistas de nuestra bodega. Pueden permanecer en cualquier otro lugar fresco y resguardado de la luz. Es preferible adquirirlos en su año de cosecha. Un tinto de maceración carbónica puede mantenerse 6-8 meses, un blanco joven o un tinto sin paso por madera estará en buenas condiciones en torno a 1-2 años. Un rosado lo consumiremos los primeros 8-9 meses del año posterior a la cosecha.
Los blancos con crianza en barrica pueden consumirse años después de haber sido adquiridos -3 a 10 años en función de la zona y el tiempo de crianza-. Los tintos con una breve estancia en barrica entre uno y tres años.
Un tinto crianza de La Rioja en función de su calidad aguantará perfectamente entre 3 y 7 años. Un reserva podemos consumirlo a partir de cinco años posterior a la cosecha e incluso proceder a su apertura diez años después, un gran reserva riojano entre 5 y 15 años





Los generosos y dulces pueden aguantar mucho tiempo, no obstante, hay grandes diferencias. Un fino o una manzanilla deben consumirse cuanto antes o durante 1-2 años. Un Vintage Port o un vino de Madeira se conservan perfectamente durante décadas. Los vinos de Sauternes y Tokays de calidad media entre tres y nueve años, si son de gran calidad se mantendrán en buen estado durante más de diez años.
Los espumosos debiéramos beberlos cuanto antes. Sólo tendríamos que guardar en nuestra bodega los cavas y los champagnes de alta calidad. En nuestra opinión un champagne de alta gama no debemos guardarlo más de 10 años después de la cosecha.
Desde aquí os recomendamos que deis el paso para formar vuestra propia bodega. Es necesario ponerse a ello para poder disfrutar del vino con plenitud.

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